CIUDAD DE WASHINGTON, 20 de noviembre de 2013. Un nuevo informe del Banco Mundial advierte que las conductas de riesgo ―fumar, usar drogas ilegales, abusar del alcohol, llevar dietas nocivas para la salud y las relaciones sexuales sin protección― están aumentando a nivel mundial y plantean una amenaza cada vez mayor para la salud de las personas, sobre todo en los países en desarrollo. En el informe se estudia la forma en la cual se determinan las elecciones individuales que provocan esas conductas y se analiza la eficacia de la intervención en materia de legislación, impuestos, campañas destinadas al cambio de conducta y transferencias monetarias para combatir estos comportamientos.
En el informe Poner en riesgo la salud: Causas, consecuencias e intervenciones para prevenir las conductas riesgosa (Risking Your Health: Causes, Consequence and Interventions to Prevent Risky Behaviors), se llega a la conclusión de que la legislación y los impuestos, por ejemplo, suelen ser eficaces, en especial cuando se los combina con fuertes mecanismos de cumplimiento. Las transferencias monetarias también han demostrado potencial en ciertos contextos. Las campañas destinadas al cambio de conducta, tales como la educación sexual basada en los colegios y las leyes de etiquetado de calorías para los alimentos, no suelen ser tan eficaces por sí mismas, a menos que se las complemente con programas más amplios para cambiar conductas de riesgo.
“Las conductas de riesgo no solo ponen en peligro la salud y reducen la expectativa de vida de la persona, sino que, con frecuencia, también afectan a los demás. Las consecuencias para la salud y los costos monetarios de las conductas de riesgo para las personas, sus familias y la sociedad en su conjunto son impactantes y justifican la intervención pública”, comentó Damien de Walque, economista principal del Departamento de Investigación del Banco Mundial y editor principal del informe.
En el informe se observa que, a pesar de los avances recientes en prevención y tratamiento, la epidemia de VIH/sida —una de las consecuencias más devastadoras del sexo inseguro— se mantiene como una pesada carga en África al Sur del Sahara, sobre todo en el Cono Sur, donde entre el 11% y el 26% de los adultos son portadores del VIH.
El abuso de drogas y alcohol se ha mantenido relativamente estable en la última década, pero el tabaquismo y la obesidad relacionada con dietas nocivas para la salud están en aumento en muchos países en desarrollo y podrían incrementar la mortalidad y la morbilidad. Cerca del 20% de la población mundial adulta fuma cigarrillos, y esto causa más del 15% de las muertes entre los hombres y el 7% entre las mujeres en todo el mundo. Si bien la prevalencia del tabaquismo se está reduciendo en el mundo desarrollado, está aumentando en muchos países en desarrollo.
La obesidad causada por los alimentos nocivos para la salud y la inactividad física también está en aumento en el mundo en desarrollo, sobre todo en Oriente Medio, las Islas del Pacífico y América Latina y el Caribe, donde muchos países tienen tasas de obesidad que superan el 20% entre los hombres y el 40% entre las mujeres.
El abuso de drogas y alcohol se ha mantenido relativamente estable en la última década, pero el tabaquismo y la obesidad relacionada con dietas nocivas para la salud están en aumento en muchos países en desarrollo y podrían incrementar la mortalidad y la morbilidad. Cerca del 20% de la población mundial adulta fuma cigarrillos, y esto causa más del 15% de las muertes entre los hombres y el 7% entre las mujeres en todo el mundo. Si bien la prevalencia del tabaquismo se está reduciendo en el mundo desarrollado, está aumentando en muchos países en desarrollo.
La obesidad causada por los alimentos nocivos para la salud y la inactividad física también está en aumento en el mundo en desarrollo, sobre todo en Oriente Medio, las Islas del Pacífico y América Latina y el Caribe, donde muchos países tienen tasas de obesidad que superan el 20% entre los hombres y el 40% entre las mujeres.
Según el informe, estas conductas de riesgo tienen un costo considerable para la productividad de la persona a largo plazo. La sociedad se ve perjudicada puesto que las personas más cercanas a quienes tienen conductas riesgosas también pueden experimentar una reducción de su productividad. Los niños están especialmente en riesgo, por ejemplo si tienen que abandonar la escuela para cuidar de un padre enfermo o si el desarrollo de sus capacidades cognitivas se ve comprometido debido a la exposición temprana a sustancias dañinas.
Además, en la mayoría de los países de ingreso bajo, es difícil asegurarse formalmente contra estas costosas consecuencias, en parte por la falta de seguros de salud y de beneficios públicos o privados por discapacidad. Según los Indicadores del Desarrollo Mundial del Banco Mundial, en 2011, el 75% del gasto privado en salud en los países de ingreso bajo se financió con pagos directos.
“Las conductas de riesgo que se concentran entre los pobres tienen consecuencias para poblaciones enteras: limitan el potencial de las familias y socavan el gran progreso sanitario y económico que experimentaron los países de ingreso bajo y mediano en los últimos años. Si se cambia el curso de estas conductas perniciosas impulsando condiciones sociales que promuevan mejores elecciones en materia de salud, los frutos beneficiarán a familias y países de todo el mundo, y en última instancia nos ayudarán a acabar con la pobreza extrema y promover el crecimiento inclusivo y saludable”, observó Tim Evans, director de Salud, Nutrición y Población del Grupo del Banco Mundial.
En el informe se determina que los costos y derrames asociados con las conductas riesgosas justifican la intervención pública y que ciertas políticas, si se las aplica correctamente, pueden incrementar el bienestar general. Las pruebas indican que la legislación suele ser eficaz, sobre todo cuando los mecanismos de cumplimiento son fuertes. Las políticas tributarias pueden ser mecanismos eficaces para prevenir el tabaquismo y el consumo de alcohol. La mayor parte de la información proviene de países desarrollados, aunque existen indicios provenientes de países en desarrollo en este sentido ―por ejemplo, de China e Indonesia en materia de impuestos al tabaco y de Kenia en materia de precios del alcohol— que avanzan en la misma dirección.}