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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Vivir con VIH, una mirada diferente

Virginia un número más en el aproximado de 6.000 personas infectadas con VIH en el país, al igual que otras tantas personas que son parte de esta cifra, fue diagnosticada a la edad de 28 años, producto de una relación que ella esperaba posteriormente terminara en matrimonio sin embargo su realidad fue diferente.
“Él tenía VIH pero no lo sabía”, su pareja tras enfermarse en marzo del 2005, fue internado en abril y en emergencias le avisaron que era VIH positivo, el 19 de ese mismo mes lo desahuciaron y después de realizarse la prueba, para Virginia fue terrible saber que también estaba enferma, sin embargo no podía llorar y no pudo hacerlo por tres meses, tampoco cuando él falleció el 4 de junio de ese mismo año y aunque sentía mucho dolor.
“Hay una reacción de mi familia, que no se cual es su propósito, dicen que lo que se menciona no existe” entonces el diagnostico de Virginia no existe en su familia sigue siendo la misma persona. “Mi familia no dice nada, no me cuestiona, no me pregunta, no me señala y tampoco me preguntan como estoy, para ellos sigo siendo la misma Virginia de antes… no hay cambios”, realata.
Al provenir de una familia humilde, tradicional, conservadora ella sentía que a veces sus padres guardaban hasta rabia pero no decían nada, hasta por el hecho de tener relaciones antes del matrimonio tal vez era algo que hubieran querido reclamarle. Sin embargo al no hablar de su enfermedad también le pidieron que en Los Yungas de donde es ella no dijera nada de su diagnostico.
El conocer a una líder de la tercera edad que estaba infectada con VIH le cambio la vida y la forma de ver su enfermedad. “Para mi era una garantía de vida ver a Nancigua, fuerte sana,  líder, profesional y ella me inspiro a salir adelante”, detalla.
El problema para ella fue no tener información “Si hubiera tenido la información necesaria seguramente no estaría calzando estos zapatos”, tras informarse sobre su enfermedad desaparecieron varios de sus temores y la idea de encerrarse en un convento o en algún lugar para no causar daño a otras personas.
En cuanto a la discriminación, Virginia explicó que fue sobre todo emocional “Al decirle yo a mis parejas de mi enfermedad siempre por alguna u otra razón me dejaban”, esto para ella era doloroso y ahora que tiene una pareja estable se siente más tranquila porque él acepta su condición y si bien como toda pareja tienen sus problemas ella expresó que están bien y no influye su diagnostico.
Lo más difícil de vivir con VIH fue el hecho que al provenir de una familia humilde y numerosa nunca había recibido medicación por tanto se resistió a recibirlos tras su diagnostico, por esto tuvo fé en la orinoterapia sin embargo sus defensas bajaron hasta 251 el parámetro más bajo.
A los tres años se vió obligada a empezar el tratamiento “Los efectos secundarios fueron terribles, pensaba en las mil maneras de morir, de matarme, justo estaba en los Yungas y me salieron granos porque hice resistencia a un componente de los medicamentos” mientras sus padres le pedían que no se vaya, por que ellos la cuidarían, tuvo que irse porque sentía que iba a morir, recibió ayuda en La Paz donde vive actualmente.
“En este momento estoy pasando por algo similar, lo he relacionado porque esa vez estuve con diarreas e infecciones, mi cuerpo no aceptaba el medicamento, tengo ese tipo de molestias ahora. Cuando me enfermo como esa vez y ahora, me asusto sólo en ese momento, porque después he tenido una vida normal, porque soy una persona como tú y como cualquier otra tengo objetivos que quiero alcanzar y el virus”
El tener VIH según Virginia ha sido una puerta, pues antes se consideraba una mujer fuerte sin embargo sus metas estaban muy lejos porque tenía muchos problema y factores que incidían en esto, uno de ellos era el tener 7 hermanos y ser la mayor. Pero tras el VIH empezó a involucrarse con el tema de derechos, reconocer qué era genero y al acercarse a esos temas se contacto con Católicas por el Derecho a Decidir, quienes la contactaron y por esto trabaja ya 2 años en dicha institución.
“Gracias al VIH pude reconocer otras habilidades, otras capacidades que tenia y antes no las reconocía por eso puedo decir que yo empecé a vivir y vivir bien, mejor desde mi diagnostico y también a valorar más la vida”.
Lo que más le preocupa, es que la enfermedad se siga propagando y que los jóvenes no se cuiden habiendo hoy en día más información y más sensibilidad al respecto, por eso espera en algún momento lograr desde donde se encuentra disminuir estos índices, “estoy cumpliendo mis objetivos, me veo profesional y me gustaría poder presentarme en algún lugar y decir que el índice de VIH ya no subió más, me veo realizada enamorada y con desenamoramientos y con todo lo que conlleva vivir como persona sin importar mi diagnóstico” concluyó Virginia.
Publicado por GAIA Noticias

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