La violación
colectiva de una joven de 23 años, el 16 de diciembre, en la capital de
India, Nueva Delhi, y su posterior fallecimiento dos semanas después a
causa de las heridas, ha conmocionado a la sociedad hindú; que ha
necesitado vivir una tragedia de tal envergadura para decidir encarar el
corriente acoso sexual, los insultos y las agresiones contra las
mujeres.
La víctima, una
estudiante de Fisioterapia, fue asaltada cuando viajaba en autobús con
su pareja. La joven fue golpeada y violada por seis hombres, entre ellos
el chofer, durante más de una hora. Después del abuso, fue torturada
con una barra de hierro. Finalmente la arrojaron del vehículo en marcha,
al igual que a su compañero. Una vez en la calle, según declaraciones
del novio, nadie les quiso ayudar. Durante más de 30 minutos, los
peatones simplemente ignoraron a la pareja cubierta de sangre. El joven
asimismo denunció la conducta de la Policía, que, según su parecer, no
evaluó correctamente las heridas ni el trauma psicológico que sufrieron.
Tras luchar durante 13
días para mantenerse con vida, la muchacha murió el 29 de diciembre en
un hospital de Singapur. La Policía inculpó formalmente el jueves a
cinco de los seis sospechosos, que tienen entre 19 y 35 años. Los cinco
hombres fueron acusados de secuestro, violación y asesinato, y pueden
ser condenados a morir en la horca.
La brutalidad de este incidente ha puesto en crisis a la sociedad
hindú, profundamente machista y desigual. Comportamiento que es en parte
socapado por la religión, que divide a las personas por estratos y
considera que las desgracias que hoy sufre alguien son el resultado de
su comportamiento en vidas anteriores.
Según cifras oficiales, las violaciones se han multiplicado por diez en
los últimos 30 años, hasta llegar a 24.206 casos en 2012. Pero este
número podría ser muy bajo comparado con los crímenes que en realidad se
perpetran. Pues, aunque cada vez más mujeres tienen el valor de
denunciar los ataques sexuales, la mayoría no se atreve a hacerlo, por
el estigma social que provoca. De hecho, muchas de las féminas
ultrajadas se ven obligadas a contraer nupcias con su agresor, por
cuanto se cree que la víctima de abuso es impura y ya no podrá casarse
en el futuro. Otras, sencillamente optan por el suicidio.
Además, de las violaciones que sí son denunciadas y llegan a los
tribunales, pocas son sancionadas (de los más de 600 casos denunciados
en Nueva Delhi en 2012, sólo uno concluyó en condena).
Es de esperar que la indignación que ha desatado esta brutal agresión
sirva al menos para que haya un mayor rigor por parte de la Justicia y
de las fuerzas del orden indias a la hora de evitar y juzgar este tipo
de agresiones de género, pero también para que la sociedad hindú
desarrolle un mayor respeto hacia las mujeres.
Publicado por La Razón
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